5/19/2012

Recuerdos del Domingo de Resurrección








Sí, la primavera comienza con las varas floreadas, con el madrugar del domingo. Con la losa rodada y la luz eterna abierta para todos nosotros. Vendas y sudarios por los suelos, rastros de la Resurrección y el perdón. Señales que nos indican que el día es grande. Abrimos las puertas y ventanas al grito de victoria. Celebremos la vida. Seda, colchas, mantones brillantes y la alfombra roja toman la calle.

 Las veladas oscuras, silenciosas y el peregrinar difunto por las calles acompañando en todo momento el Dolor de Madre, son ya pasados. Algo pasa esa noche, El Santo Sepulcro vacío, las calles son un hervidero, preludio de algo bueno. La cara hinchada por el llanto será bálsamo de esperanza para todos nosotros. El Misterio de la Resurrección se hace pascua, fiesta, gloria y olor a geranio, tomillo y romero. Las calles estrechas, empinadas y vetustas son Altar para el Señor de la Resurrección. A lo lejos se oye: ¡Jesús ha resucitado! 
 El Encuentro es multitudinario, Él fue quién peor lo pasó. Dejó a su Madre destrozada. Ella camina sola, desgarrada y sin lagrimas ya. Todo a lo largo de su vida fue concesión para su hijo, desde su Inmaculada Concepción. Para la Madre, la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche. Es la hora de la Esperanza, Ella tiembla de emoción. 
 Según comienza su desfile victorioso, todo es tronar. Los aleluyas a su paso son grito de esperanza. El Señor saluda a todos, viene a eso, a por todos. Y sólo en reverencia a ellas. Sus miradas para todos, pero con un guiño especial para las que decidieron darle dedicación plena con su oración y renuncia: Marinas, Siervas (ahora ausentes) y Clarisas del Convento del Corpus Christi son sus “niñas bonitas”, lo mejor para ellas. Su primer saludo.
 Durante todo el día es incesante el discurrir de hermanos, fieles y devotos que depositan su cariño en forma de beso y saludo hacia la imagen de la Sagrada Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. A su paso, con la mano levantada nos indica que la vida vence a la muerte. Él, es el que resucita de entre los muertos. Y nos da permiso para un día de fiesta, tamboril, pasodoble y pasacalles, e incluso para darse un beso en un balcón mientras pasa la procesión. Es Pascua de Resurrección.
 Atrás deben quedar los malos momentos, el sufrimiento, las angustias. El distanciamiento entre los hermanos tiene que llegar a su fin, olvidar malos tiempos y hacer un punto y aparte y así comenzar una nueva etapa mucho más unidos.
 La primavera está en Zamora, la Madre y el hijo son la señal. San Juan de Puerta Nueva, los dos Ayuntamientos y las casas porticadas, el escenario para el Encuentro. ÉL es un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios. Nos libra del mal. Ya no queremos pena, sino Gloria. A su vez, La Virgen baja con un paso cadencioso por Sagasta, digna y resignada, su linaje es impecable. ¡Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia! El estruendo de los cohetes, disparos, cartuchos y algarabías acompañan el santo encuentro. La Virgen ante el “rum rum” se estremece, el sentimiento de alegría la hacen desprenderse de su regio luto para dar la bienvenida su hijo con las manos abiertas.
 En perfecta armonía se saludan. Esplendor, luz, flor, color y desorden se unen para bajar por Balborrraz en la mañana de este día en el que Jesús ha resucitado. Él y su Madre bajan acompañados de los zamoranos en animadísima conversación. Tamboriles, dulzainas, dianas floreadas anuncian la noticia, ¡Jesús ha Resucitado! nos ha llenado de júbilo. Estábamos desolados pensando que estábamos solos. Las calles abarrotadas. No hay ninguna ausencia. Una nutrida representación del mundo de la Semana Santa, de la política, de la cultura y toda la calle con aires totalmente renovados acompañando.
 Comienzan los fastos para todos. Los zamoranos sí celebramos. Al son de la dulzaina, la flauta pastoril, la pandereta, el pandero y la castañuela nos reunimos, es un “éxito de taquilla”. La mejor forma de celebrarlo en vez de un espléndido cóctel, es con un almuerzo “con dos y pingada” un plato sencillo como nuestra tierra y bailes tradicionales como los corridos, jotas, brincaos, boleros,… llegó la Pascua de Resurrección y la primavera a Zamora . "La paz con vosotros."