4/08/2014

Ya es la hora


Ya es la hora de disponer nuestra alma al servicio del Señor, un año más, lo hacemos en  silencio, con espíritu crítico y mirando hacia la Misericordia de  Jesús Resucitado. Ese que sube triunfador desde Santa María de la Horta. Nos llama puerta por puerta por toda nuestra ciudad. Nos busca a todos.

Nos preparamos para revivir y escenificar  la  pasión  y muerte por nuestras calles y rúas. Hagamos reflexión, revivamos también esta pasión en nuestras vidas.  Es hora de balances, esos debes y haberes del año. El barro está sin forma. Como los buenos artistas, alejémonos. Veamos cómo fue ese diseño. Recompongamos la figura, es el momento. Todavía hay tiempo de levantar esa mirada erguida. El barro sube  si tiene buenas manos.

¿Quién de nosotros está dispuesto a ceder algo por el prójimo? Yo la mayoría de los días, no. Es así.  A veces, tengo un punto místico y lo daría todo, pero es un instante….rápidamente  aparece la vanidad, la soberbia… Es la hora  de pensar en  otros y en nuestros actos. Qué estoy dispuesto a dar, o  mejor, ¿estoy dispuesto a facilitar la vida a los demás? No lo creo, solo de forma pasajera.

Tantas veces  paseo con vértigo por las aristas de la vida,  me la juego en cada instante. Ahora, ya no tengo miedo a caer. Y si  caigo, me ayudarán a levantar.  Siempre por Balborraz alguien me dejará un brazo. Ya es la hora de no estar con los  brazos cruzados. Es  hora de cerrar los ojos y  coger mi cruz. Tú la tuya, la del desaliento, la desesperanza, la del abandono…. Pesa en nuestros hombros la cruz de la fidelidad a vuestra ley, Señor. Y a veces las fuerzas parecen faltarnos pero siempre, siempre nos das una Esperanza.
¡Cuántas lagrimas! Detrás de ese caperuz rojo, morado, blanco, negro… Señor, dadme la gracia de llorar con un arrepentimientos profundo, en esos momentos en los que  vacilé y  en los momentos en que caí, en los que recordamos a los que nos precedieron y  la tierra se estremeció. La desolación cubrió todo el universo.
                Cuando el domingo despertemos sobresaltados con cohetes y tracas,  dejaremos a un lado los capillos.  Desayunamos churros, pastas y aguardienete. El día es largo  y la  generosidad aún mayor. La alegría  tiene la cara descubierta.  El Llanto es ya perdón y sabemos que triunfará. Aquí dejaremos las estameñas y percales junto a nuestros cuerpos corruptos. La luz  con la que amanecemos cada Pascua de Resurrección tiene los colores  fuertes de las tierras de Zamora. Los sones de la flauta y el tamboril de nuestra tierra  que nos despiertan  gritando  ¡Victoria!. Nos percatamos de  olores nuevos, a lilas, tomillo y romero de nuestros campos, que nos dicen que la muerte ha sido derrotada. Ya es la hora



Foto de Horacio Navas Juan