Ya es la hora de disponer nuestra alma al servicio del Señor, un año más, lo hacemos en silencio, con espíritu crítico y mirando hacia la Misericordia de Jesús Resucitado. Ese que sube triunfador desde Santa María de la Horta. Nos llama puerta por puerta por toda nuestra ciudad. Nos busca a todos.
Nos preparamos para revivir y escenificar la
pasión y muerte por nuestras
calles y rúas. Hagamos reflexión, revivamos también esta pasión en nuestras
vidas. Es hora de balances, esos debes y
haberes del año. El barro está sin forma. Como los buenos artistas, alejémonos.
Veamos cómo fue ese diseño. Recompongamos la figura, es el momento. Todavía hay
tiempo de levantar esa mirada erguida. El barro sube si tiene buenas manos.
¿Quién de nosotros está dispuesto a ceder algo por el
prójimo? Yo la mayoría de los días, no. Es así. A veces, tengo un punto místico y lo daría
todo, pero es un instante….rápidamente
aparece la vanidad, la soberbia… Es la hora de pensar en otros y en nuestros actos. Qué estoy dispuesto
a dar, o mejor, ¿estoy dispuesto a facilitar
la vida a los demás? No lo creo, solo de forma pasajera.
Tantas veces paseo
con vértigo por las aristas de la vida,
me la juego en cada instante. Ahora, ya no tengo miedo a caer. Y si caigo, me ayudarán a levantar. Siempre por Balborraz alguien me dejará un
brazo. Ya es la hora de no estar con los
brazos cruzados. Es hora de cerrar
los ojos y coger mi cruz. Tú la tuya, la
del desaliento, la desesperanza, la del abandono…. Pesa en nuestros hombros la
cruz de la fidelidad a vuestra ley, Señor. Y a veces las fuerzas parecen faltarnos
pero siempre, siempre nos das una Esperanza.
¡Cuántas lagrimas! Detrás de ese caperuz rojo, morado,
blanco, negro… Señor, dadme la gracia de llorar con un arrepentimientos
profundo, en esos momentos en los que vacilé y en los momentos en que caí, en los que recordamos
a los que nos precedieron y la tierra se
estremeció. La desolación cubrió todo el universo.
Cuando
el domingo despertemos sobresaltados con cohetes y tracas, dejaremos a un lado los capillos. Desayunamos churros, pastas y aguardienete. El
día es largo y la generosidad aún mayor. La alegría tiene la cara descubierta. El Llanto es ya perdón y sabemos que triunfará.
Aquí dejaremos las estameñas y percales junto a nuestros cuerpos corruptos. La
luz con la que amanecemos cada Pascua de
Resurrección tiene los colores fuertes de
las tierras de Zamora. Los sones de la flauta y el tamboril de nuestra tierra que nos despiertan gritando
¡Victoria!. Nos percatamos de
olores nuevos, a lilas, tomillo y romero de nuestros campos, que nos dicen
que la muerte ha sido derrotada. Ya es la hora