Benditos los percales, terciopelos y
las estameñas que un día nos cubrirán.
Con ellas los zamoranos paseamos por todas esas esquinas donde se quieren rozar.
Asumiremos la muerte con esperanza, sin deudas de odio porque Jesús, es la Puerta.
La Semana Santa 2017 cerró con un testimonio; El
sepulcro vacío en el que ya no estaba el cadáver de Jesús. Los testigos afirmaban haberse encontrado verdaderamente
con Jesús Resucitado por las calles de
Zamora. Incluso, dicen que se paró en la Plaza
de Fray Diego de Deza. Quiso saciar la sed, que le negaron. Antonio, ven, dame
de beber.
A su
paso por nuestra ciudad, desde los gremios artesanales hasta las altas rúas
la gente se agolpaba y Él, cubierto con
capa escarlata, insignia de príncipes soberanos, saludaba
y decía: “La paz sea con vosotros”.
Y dicho esto mostraba las manos y el
costado. El rum rum corría por las correderas, todavía luto. ¡Resucito, Resucito¡ Cada vez
se unen más, quieren verlo.
En la plaza Mayor, María, se arrastraba, atrás queda su discurrir por el Piñedo. Transita
con su fiel Guardia Civil sobre un pavimento de flores blancas, que Miguel pone en su camino.
Quiere descansar. No puede más. Le duelen las entrañas. La mañana es fría.
Encogida, la Virgen se refugiaba en una capa negra, que un tal Luis le cedió,
conmovido por el tembloroso aspecto de
la Madre de Dios. Realizó el recorrido
hasta el Ayuntamiento en volandas, casi en éxtasis, se coloca a la derecha
del consistorio para recibir el pésame.
La Banda del Maestro Nacor Blanco armonizaba “Mater Mea". Su Dignidad la impedía
asentarse en la plaza. Se mantuvo en pie gracias sus fieles cargadores. Sólo
la pericia de estos permitió sortear la multitud de gente que flanquea la plaza.
Enterado el Ayuntamiento del revuelo levantado por la presencia de
Jesús Resucitado, envía a la Policía
Municipal con uniforme de gala. La Resurrección de Jesús no tiene una
explicación natural, sino que es un puro don.
En La Plaza Mayor se arremolina la gente, hay desconcierto, es plaza de vida, se llena flores.
La multitud se agolpa. El día acompaña, ¡hay más gente que nunca¡. Atrás, atrás. Que llegan las
cortejos, abrid paso, por favor¡.
La Virgen se gira, y lo ve, en ese momento
corre la pólvora en la plaza, estruendo de cohetes, disparos, música, campanas,…volvió
a la vida. La Virgen se despoja de su luto y pide ayuda, vestidme como siempre, con júbilo. ¡Es mi hijo! ¡Corre,
corre¡ dile al tamborilero Cuadrado, que
anuncie ya la apertura de un nuevo tiempo, el de la Primavera. Es Pascua, el
paso de Jesús de la muerte a la vida. Zamora
fue unida bajando por Balborraz hacia La
Horta.
La Pascual es tiempo de gozo, que se
asienta en el corazón del cristiano. Las
puertas de la Iglesia se han cerrado. La cruz de guía de la Resurrección
cruzó el dintel de la iglesia Santa
María de la Horta. Ya ha terminado la
procesión bajo los sones del Himno
Nacional.
Los pasos de Cristo Resucitado y de la
Virgen del Encuentro ya están tapados. La vara niquelada, rematada con
imagen del Resucitado… guardada.
El jolgorio está en la calle, no hay
quien lo pare, la gente quiere más. Debemos comportarnos, es Jesús Resucitado. Participa con nosotros, pero no abusemos de Él.
Porque Cristo vive aunque este tapado y es un ejemplo maravillosos. No lo estropeemos.
Subamos con son y tono pero no con
escarnio, afrenta. Los Cristianos
en otras países saben bien que el
derecho más importante de un ciudadano en un país libre es el poder expresar
sus pensamientos y demostrarlo de una manera pacífica, y respetuosos. Debemos
respetar y cuidar todo el conjunto de símbolos que identifica nuestra Semana Santa, es una
manera de apreciar y sentirnos orgullosos de
una Semana Santa definida por la austeridad, silencio y oración y
también, por el respeto a nuestras imágenes.
Jesús resucitó con su cuerpo pero a
una vida no ya de este mundo, sino en Dios. Así realizó en él lo que sucederá
al final del tiempo a todos los hombres.
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